, siempre fueron menos; me habían dicho que mandarían a un destacamento y apenas si logré reunir a quince hombres y, sin embargo, en un momento dado, estos quince saltando al unísono taparon el cielo. Apenas tocaron tierra, soltaron las amarras de sus muslos para recoger el paracaídas, pero en el aire, el viento dispersaba las grandes flores, un viento helado que los alejaba a más de mil metros, dos mil, tres mil los unos de los otros cuando