melo contra nadie! ¡Ni he salido de Roma, ni de casa de mi padre! ¡No, no he salido aún ni del vientre de mi madre! ¡No estoy aquí, en Florencia! ¡No me toquéis, soltad! ¿Por qué, por qué me sujetáis así? ¿Soy la garantía de vuestra inocencia? Sí, ahora lo comprendo, he caído en una celada: el Cardenal Riario y vosotros los Pazzi, me necesitáis como víctima