le nada. Me sentía vacía de toda palabra. Le volví la espalda y regresé a casa caminando muy despacio, deseando que todo cuanto me había dicho fuese mentira, pues ella era tan embustera... Subí mecánicamente hasta la torre para sentarme de nuevo junto a Santiago. No creí a Juana. Estaba convencida de que mi hermano no moriría. Cuando aún podías hablar, no quisiste abrirme la puerta, Santiago. Rechazabas mis visitas como cualquier otra. Estábamos enloqueciendo,
SUR:109.31
SENTARI.1 - Colocar(se) apoyado en algún sitio descansando sobre las nalgas