, qué bonito es ahora el color de tus plumas. Cuando Capitán Flint acababa de comer, el niño limpiaba el suelo de cáscaras y le hacía caricias en sus lugares favoritos, en la nuca diminuta o entre los ojos. Se sentaba y lo apoyaba en su vientre, le contaba la última atrocidad de Onésima o le hablaba del extraño comportamiento de la abuela. El loro, de vez en cuando, gritaba ¡doblones de a ocho! y Miguel pronto aprendió a interpretar
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SENTARI.1 - Colocar(se) apoyado en algún sitio descansando sobre las nalgas