los ojos. Don Plutarquete era un coñazo, pero no había hecho nada para merecer semejante suerte. Yo, por el contrario, le había metido en el fregado y a la hora de la verdad lo había dejado solo. Me senté en el suelo y me dejé llevar por la aflicción y los remordimientos. No sé cuánto rato habría dedicado a esta estéril expiación si unos quejidos provenientes del dormitorio no me hubieran sacado de mi sombrío ensimismamiento. Tropezando con la sábana en que
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SENTARI.1 - Colocar(se) apoyado en algún sitio descansando sobre las nalgas