en una modesta biblioteca de Tánger, podéis liberaros no obstante de vuestra torpe e inútil melancolía. Seguid, como yo, a una niña --Ina, Magdalen, Agnès, Dora-- a alguna de las salas vetustas y sentaos frente a ella en la mesa, atrincherados con un muro de libros de consulta, procurando que el haz de la lámpara os mantenga discretamente en la sombra. Mientras ella recorre las páginas de algún manual piadoso o devocionario, exquisita en su
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SENTARI.1 - Colocar(se) apoyado en algún sitio descansando sobre las nalgas