y todo lo que de ella podía esperar. Era injusta y confusa y se contradecía, pero establecía entre ellos dos una relación tranquila a pesar de su brusquedad, sus gritos, las furiosas regañinas que se arrastraban desde la infancia. Sentado ante su mesa, David abrió el libro de Química, cogió un cuaderno y con un lápiz garabateó aburridamente fórmulas sin sentido. Luego escribió su nombre y debajo, con mayúsculas, «Premio Nobel». Se le había olvidado preguntar al
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SENTARI.1 - Colocar(se) apoyado en algún sitio descansando sobre las nalgas