--Cuidense mucho --les dijo. De modo que a Clotilde Armenta no le faltaba razón cuando le pareció que los gemelos no estaban tan resueltos como antes, y les sirvió una botella de gordolobo de vaporino con la esperanza de rematarlos. "¡Ese día me di cuenta --me dijo-- de lo solas que estamos las mujeres en el mundo!" Pedro Vicario le pidió prestado los utensilios de afeitar de su marido, y ella le llevó la brocha,