le hice más preguntas. Bene había muerto. Eso era lo que, en aquel momento, ocupaba mi pensamiento por completo. Lo demás ya no tenía importancia. --Bueno, me voy --dijo Juana de pronto. No quise retenerla por más tiempo. Parecía muy enfadada conmigo y con todo el mundo. Pensé que tenía motivos para estarlo. La dejé marchar, incapaz de pronunciar una sola palabra. Pero ella se volvió desde lejos y me gritó: --