llegado a dormir. --Es en serio --le dijo Cristo Bedoya--, lo están buscando para matarlo. A Victoria Guzmán se le olvidó el candor. --Esos pobres muchachos no matan a nadie --dijo. --Están bebiendo desde el sábado --dijo Cristo Bedoya. --Por lo mismo --replicó ella--: no hay borracho que se coma su propia caca. Cristo Bedoya volvió a la sala, donde Divina Flor acababa de abrir las ventanas. "Por