usted faltó a los baños», observó Herrera. «Por fuerza mayor», previno Poyaré y admitió que la cura, en esos primeros días, le había provocado efectos curiosos. Aclaró: «Acepte mis seguridades de que no bebí lo que se llama un trago del agua termal». Después del almuerzo, el yerno se retiró a la habitación, para cumplir fielmente la cura, que exigía siesta por las tardes, y Herrera y su hija emprendieron un largo paseo