Miles de currantes han aprovechado la ocasión para probar esa ocasión siempre pospuesta de viajar en el transporte público. Algunos, obligados por la prohibición de aparcar en varias de las principales calles. Otros, verdaderamente asustados por lo que se presumía un atasco mayor que el histórico de hace tres años, cuando nos visitó la reina de Inglaterra. Los madrugadores boletines de la radio empezaron a constatar menos atascos que nunca, incluso en la autovía que conduce a Barajas, mermada en dos carriles