, la presencia policial confiere una tranquilidad inusitada al paseante, quien en otro momento no osaría atravesar, por ejemplo, la plaza de España. Otra cosa será lo que ocurra allí donde los drogatas y delincuentes de poca monta se hayan mudado estos días. Desde luego, los carteristas y descuideros no pisarán los hoteles de lujo para no arriesgarse a una paliza de los servicios de seguridad españoles o extranjeros. Y luego está esa actitud entre curiosa, comprensiva y orgullosa que muchos