lolalase como dicho por boca de pontífice: "¿A mí, sólo el poder espiritual? ¡Sea! Pero, entonces, todo". La pretensión de infalibilidad parece ser la manifestación en tal caso concreto de algo que se me antoja consecuencia tal vez lógicamente inevitable de toda unicidad: precipitarse hacia el absolutismo. Aquello que se dice sumo y único se está ya proclamando virtualmente absoluto. Sea de ello lo que fuere, el caso es que del