conminatorio- de la unicidad, o sea, con el impulso militante o triunfante de la exclusión recíproca, de la incompatibilidad de ese Dios único con cualquier otro dios. Pero tampoco basta, en modo alguno -como se habrá advertido fácilmente-, la incompatibilidad en el sentido en el que se habla de incompatibilidad de caracteres como motivo de separación conyugal y que ciertas sonadas borrascas familiares de la chronique scandaleuse del olimpo podrían hacer sospechar hasta en el eximio matrimonio de Júpiter y