selo los tenía. Quizá ahora me vuelven de pronto y por eso... ¡por eso debéis salvarme! ¡Para que tenga más tiempo! Si no me ayudáis, no sólo me condenarán los jueces de Florencia, también Dios me condenará. Pero si me dais tiempo, yo podré procurar mi salvación. Pero para eso debo ser yo, no ser Roma, ni la Iglesia, ni el Cardenal. (Se deja caer, desfallecido, sobre uno de los