noticia en una comunidad tan diminuta, e inferir, por doloroso que ello me resultara, que mi adorada esposa había decidido marcharse, por los motivos que fuera, y que no tenía la menor intención de regresar al hogar. Juzguen ustedes mismos mi desesperación. Y la mía al comprender que aquella paliza no había llegado aún a su fin. Me sentía destemplado: no había comido nada en todo el día, me habían drogado, había tenido que resucitar a una muerta