casa y, partiendo de un acontecimiento insignificante, pretende demostrar que ninguno de los que nos encontramos aquí posee... lo que podríamos llamar una conciencia limpia. ERNESTO.- Por supuesto que no. Uno de los privilegios de los que manejamos los hilos financieros y políticos de un país es carecer de conciencia. Es más: me atrevo a decir que esa cualidad es una condición indispensable para el éxito. MATILDE.- ¡Ah, no, por favor! Detesto hablar de