tus safaris de alcoba. No es una disculpa. No tengo por qué dartelas. Un buen día probé el adulterio así, en frío, y vi que no estaba mal. Al principio algo amargo, pero te vas acostumbrando. (Se encara con Juan.) Sepa que jamás me llevó a ninguna parte; fuimos a donde quise ir yo. JUAN.- El caso es que fuimos. Los dos.