senos me apresuré a verificar si el señor Ministro con el que nos habíamos entrevistado era genuino, comprobando de inmediato que no y llegando por ende a la conclusión de que habíamos sido víctimas de una engañifa. Supe, no obstante, anteponer a mi lógica furia el frío cálculo que siempre me ha distinguido y empecé a preguntarme qué habría detrás de tan vil ardid. De inmediato acudió a mi mente la imagen del maletín lleno de dinero, imagen que, por