El vejete se rascó las tres canas y acabó mirando a la Emilia con expresión desconsolada. --La verdad es que no puedo decirles más. Yo quería ayudarles y ya veo que no les he servido para nada. Lo único que he logrado es ponerme en evidencia y ya no volverá usted a pasearse por la casa como solía. Y aunque lo hiciera, ya no sería lo mismo. En fin, así es la vida. Si se les ofrece