al mismo tiempo que CARMIÑA.) Paseábase el rey moro por la ciudad de Granada desde la puerta de Elvira hasta la de Bibarrambla. Cartas le fueron venidas de que Alhama era ganada las cartas echó en el fuego y al mensajero matara. ¡Ay de mi Alhama! ¡Ay de mi Alhama! ¡Ay de mi Alhama! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! MONTSERRAT.- Qué locas, ¿no? La culpa es nuestra, por tratarlas