Ya, ya. Me hago cargo de su impaciencia. Será mejor que vaya directamente al grano. No es fácil, ¿sabe usted? El caso es... el caso es que aquí la señorita Trash, a la que tanto admiro, como ya he dicho, tiene la costumbre, que dios la bendiga, de pasearse por su casa algo ligerita de ropa. Y bien que hace, ¿no cree usted? Al fin y al cabo, cada uno en