más pequeñas se repetía el personaje en distintas edades y caracterizaciones: legionario, baturro, apóstol y otros personajes que no pude situar. La vocación era evidente, porque mientras el suelo estaba alfombrado de porquerías, en las fotos no se advertía una mácula de polvo. Sólo el tiempo había ennegrecido y cuarteado las más antiguas. Me puse a meditar sobre la vanidad y otros rasgos inextricables de la naturaleza humana y a buen seguro habría llegado a interesantes conclusiones si no me hubiera sobresaltado