lastele su egolatría, su soberbia, su sentimiento irredentista y reivindicato su gesto incondicionalmente hostil, su actitud desunitiva -como ya señaló acertadamente Pedro J. Ramírez-, su numantinismo y muerasansonismo, y, en fin, por esa juramentada voluntad de olerse el propio ombligo y sólo el propio ombligo, en lo que nada tienen que envidiar a vascos y catalanes, gallegos y andaluces. (Por lo demás, se trata de figuras perfectamente complementarias y compenetradas en cuanto partenaires