lanos a fin de cuentas,"aquel por el que se está", y no ya "aquel por el que está la victoria y, por tanto, la justicia". Pero ante esta leyenda ¿qué es lo que nos mueve a estar por los vencidos? o, más discretamente, ¿qué puede ser para nosotros y en nosotros esto de poner la voluntad del lado de los Comuneros y no del lado del Emperador? Estas preguntas no obtendrían probablemente una