lalelele de una vez por todas. Está obligado por la jerarquía a no ver ni reconocer cuestiones detrás de mis asertos, sino tan sólo falsedades. Y, de hecho, como buen católico, falsedades me atribuye, porque lo que se resuelve sobre lo ya definido y sancionado por verdad no puede ser ya más que falsedad y pasa directamente a ser visto como tal, sin tan siquiera haber destellado por un instante como cuestión, como objeto pendiente de determinación veritativa