la el verdugo, haya dejado de ser una figura socialmente infame. No se diría sino que el sentimiento sigue resistiendose -a menudo incluso a despecho de la opinión expresa- a entregar a la justicia su más íntima reserva, a rendirle su último reducto: el de la gracia. Pero entre los españoles, en aquella famosa y terrible amenaza de "¡mira que te aplico el reglamento!", o en la otra, privativamente militar, de "¡
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RENDIRII - Dar una utilidad, un beneficio o una ofrenda