" se refleja retrospectivamente sobre la convicción y la dirige, como su propia premisa o su demostración: "Luego no es más que un perro". Creo recordar que una interpretación muy semejante se ha dado alguna vez del mecanismo que movía a los nazis a conseguir en las víctimas de los campos de concentración aquella uniforme imagen de auténticos espectros del infierno, tan curiosamente parecida a la de las muchedumbres arrastradas y enfrentadas al horror postrero en cierta pintura escatológica, predominantemente alemana, del