y tus invariables desdenes hacia los últimos intentos de aproximación de Fulvio, provocaron el desenlace que todos nos temíamos: la casa dejó de pertenecerte. Así que los Malombra se presentaron durante nuestra ausencia para hacer valer sus derechos. Incluso protestaron airadamente ante tu ausencia; no se creían que estabas descansando en las montañas, poniendo freno inútil a la marea que invadía tu cerebro. »A Lucía le dijeron que la casa ya no era tuya, pero que podías seguir viviendo en