unamunesco, del que siempre nos gustaría oír hablar, que muchos de nuestros espectadores han llegado a creer que esos hombres «como llovidos» que comen cacahuetes y dicen O.K. son, al igual que esas señoras madelónicas y sin espíritu que cotorrean en la barra del bar, ejemplares dignos de tenerse en cuenta a la hora de los ejemplos.