Wenefrida Márquez estaba desescamando un sábalo en el patio de su casa al otro lado del río, y lo vio descender las escalinatas del muelle antiguo buscando con paso firme el rumbo de su casa. --¡Santiago, hijo --le gritó--, qué te pasa! Santiago Nasar la reconoció. --Que me mataron, niña Wene --dijo. Tropezó en el último escalón, pero se incorporó de inmediato. "Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra