qué va a ser de mí ahora? En la habitación reinaba un silencio absoluto. La penumbra se mantenía suspendida en él, dejando apenas señalados los volúmenes, los ángulos y las aristas, como si la oscuridad de la noche hubiera arrebatado la vida a los colores. Toda la tarde de aquel día de primavera estuvo cubierta por un cielo plomizo que el crepúsculo manchó hasta la tiniebla. Tomó aire lentamente, ladeando la cabeza; de seguido, un ligero temblor en la mandíbula