preocupaba era una ceremonia, de fecha próxima, en la que se presentaría ante la reina, en La Haya. Intuimos que ese diplomático tan campechano y dado con nosotros, era tal vez corto de genio con los extranjeros. Mientras conversábamos se arrimó a un gran espejo. Se miró con detención y de pronto comentó: --Hay que embromarse. El aspecto físico tiene su importancia. --Yo te envidio el aspecto físico --dijo Abreu. --Salí de ahí --respondió