muy grande», almorzarían en el de París y el señor Herrera sería el invitado de honor. Durante el almuerzo, Poyaré explicó las virtudes de las aguas de no menos de seis o siete establecimientos termales de los Pirineos, para concluir que la de Salies, como dijo el doctor Reclus, era la reina de las aguas saladas. «Pero usted faltó a los baños», observó Herrera. «Por fuerza mayor», previno Poyaré y admitió que la cura,