. El lector sabe que entre el 9 de aquel marzo y el 4 de abril, una serie famosa de movimientos de tierra sacudió, noche a noche, a los argentinos. Tales golpes de traslación, como se les llamaba, alarmaron al país entero, salvo al coronel, a quien distraían de la invariable temperatura agobiadora y lo arrullaban hasta dormirlo agradablemente. Acunado por el sismo soñó con los largos viajes en tren de su infancia. Es claro que no tan largos