Por primera vez me hallaba ante una mujer auténticamente alegre y despreocupada. Los tres viajeros abordamos el Orient Express en idéntico estado de ánimo. Si esta afirmación no correspondía por igual a los sentimientos de cada uno de nosotros, yo no advertí la diferencia. Es posible que en el curso del largo viaje en tren, el matrimonio dejara entrever algún roce, al que francamente no tomé en serio. Por eso lo que sucedió después me dejó helado. Toda la noche me había