en el vacío, sin prestar demasiada atención a las conversacion de las amigas. Si alguna iniciaba los comentarios diciendo: «Hija, no sé qué os habrá parecido, yo la he encontrado demasiado triste», siempre había otra que replicaba casi ofendida: «¿Qué dices? Era buenísima, por Dios, yo me he hinchado de llorar.» Y era un argumento que no tenía vuelta de hoja. Las películas que más hacían llorar eran las que acababan mal,