acicate alguno los méritos de esta borrosa provinciana, que ni siquiera convertida en la primera dama de España dio nunca muestras de interés real por ninguna cuestión social o política, mera figura decorativa que se limitaba a sonreír, mucho, a recibir a señoras de luto y a ponerse collares. No. Los modelos «nada dignos de imitar» que soliviantaban a las jóvenes de postguerra con ansias de modernismo no venían de El Pardo, evidentemente. Los proponía, sobre todo,
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RECIBIRII - Salir al encuentro o atender a alguien que llega de fuera.