perversa, según se mire) que mantiene unidos los hilos de la telaraña, pone a prueba sus puntos débiles y ayuda a repararlos. (La araña se alimenta de especialistas incautos incapaces de ver la telaraña.) Quien dude de la centralidad de la filosofía debería recordar que es el propio núcleo de la actual tormenta en lingüística (vease fig. 1). Nuestra cuestión básica: «¿Qué es el lenguaje?», es una cuestión ontológica del mismo tipo