se al margen de su más o menos torpe y pobre desarrollo literario, encierra la más alta concepción del albedrío, y fue, por cierto, inolvidablemente renovado por Kafka en el famoso Teatro Natural de Oklahoma de su novela América), guardar con el papel papel de agente que en cada acción se encarna una relación virtualmente análoga a la que en el teatro guarda el actor con su propio personaje. Pero los generales de hoy, envenenados de conciencia histórica y espíritu ecuménico,