convivencia; eso era ya cuestión de horas. Ni siquiera pretendió darse la última esperanza soñando o soñando que soñaba. La situación era propia de un sueño; la realidad, no. Quizá si hubiera recorrido los caminos que se proponía seguir cuando ambos interpretaban la vida en los años jóvenes nunca se hubiese producido el desastre que ahora le sobrevenía. En todo caso ya era tarde para todo cuanto cruzara su imaginación a partir de este momento y todo cuanto hasta ese momento poseía