norteamericana y la torre circular que de noche vertía cascadas de luz, ígnea como una antorcha; pero sus letras, de varios metros de altura, habían sido reemplazadas con signos de igual tamaño, hoscos e indescifrables. Los carteles murales reproducían también el título del filme y los nombres de los actores en la grafía detestada. Increíble, pero verdad: ¡ todos los letreros, sin excepción alguna, habían sido cambiados, el del Madeleine-Bastille, el del club de baile, el