la ranura del dispositivo de abertura, acciona la manija y, dueño y señor del exiguo pero coqueto lugar, cómodamente instalado en el habitáculo, lee los mensajes garabateados en las paredes -en la mayoría de los cuales un experto grafólogo reconocería inmediatamente los rasgos de su propia escritura- con morosa delectación: KATIE, TE AMO. Un corazón sangrante atravesado por una flecha y los nombres enlazados de Charles y Magdalen. EL REVERENDO OS ESPERA EN EL JARDIN. Un poema en acróstico
PAI:089.03
RECONOCERII.1 - Darse cuenta [alguien] de que [alguien o algo] es una determinada entidad, ya percibida por los sentidos (esp. la vista)