una fórmula mágica, bastará con que el dispositivo de alguna no opere para que, ante el discreto regocijo de los presentes, se dé violentamente de narices con ella y permanezca unos segundos borracho, abrumado con la injusticia del batacazo. Posee en cambio, y en alto grado, las características de torpeza y lentitud saturninas. No sabe hacer nada con sus manos, y el más nimio incidente o problema doméstico le deja anonadado y confuso: es incapaz de cambiar una llanta,