te lengua, el charquito aún caliente de mi pipí. Yo te daré a oler mis braguitas sucias y mientras te corres y viertes tu leche sobre mis botines de piel de antílope castigaré tu impudor y osadía con el rigor y severidad que merecen. Te esperaré en casa el próximo miércoles por la tarde a las cuatro en punto. Mis padres van a salir de compras y les diré que me quedo a hacer mis deberes como una niña buena. Como exijo desde ahora una