axioma de que «la vida sonríe a quien le sonríe, no a quien le hace muecas». Se trataba de una especie de catecismo ético pero también estético. Una mujer que pretendiera hacerse la interesante mediante la languidez estaba obedeciendo a unos modelos de comportamiento equivocados, pasados de moda: ¿No ves que te estás perjudicando a ti misma con esa estúpida desgana que tú crees interesante y que te está estropeando el cutis, los ojos, el pelo..., con