"Por más que me restregaba con jabón y estropajo no podía quitarme el olor", me dijo Pedro Vicario. Llevaban tres noches sin dormir, pero no podían descansar, porque tan pronto como empezaban a dormirse volvían a cometer el crimen. Ya casi viejo, tratando de explicarme su estado de aquel día interminable, Pablo Vicario me dijo sin ningún esfuerzo: "Era como estar despierto dos veces." Esa frase me hizo pensar que lo más insoportable para