--Va a sufrir en su amor propio. --No tengo amor propio. --Yo sí. Mucho. ¿Qué sería de un joven que se propone triunfar en la vida si no tuviera amor propio y ambición? --¿Y por qué no pone, señor Rugeroni, una pizca de todo eso en el estudio? --observó con una sonrisa benévola el maestro--. No crea que falta mucho para los exámenes. --Usted una vez me dijo que ni los