. En teoría, el empirista debería predicar la doctrina anarquista de que todo está permitido. En cambio, el racionalista consecuente desechará como incorrecta toda expresión que no se ajuste a su gramática. De esta manera se evitará el disgusto de contemplar cómo su modelo favorito es arruinado por algún miserable contraejemplo. Y, para salvar la tesis innatista con la misma piedra, imputará incorrección a «accidentes de desempeño», jamás a la «competencia», a la que considera perfecta,